Orar por nuestros semejantes, una forma del amor al prójimo
Estamos hablando de la forma más grande de amor y caridad que existe: unir al hombre con Dios. Y todos lo podemos hacer.
¿Cómo fue que el padre Nicolás Planas se santificó? Orando por una gran multitud de personas. En mi caso, cada vez que me acordaba de los nombres de quienes me habían pedido que orara por ellos o por sus familiares difuntos, los escribía en notitas y los pegaba en la pared del proskomediario, para tenerlos a mano. Una noche, soñé que venían a visitarme unos ancianos de cabellos muy blancos, vestidos como lo hacía la gente de antaño. Me dijeron: “Hijo, tú escribiste nuestros nombres para orar por nosotros, pero tu stárets no los menciona cuando ora”.
A la mañana siguiente, fui a buscar al padre, y le dije:
—Padre, ¿por qué, cuando celebra los oficios litúrgicos, no menciona los nombres que puse en la pared del proskomediario’
—Porque no puedo descifrar la letra, hijo, reconoció el stárets con un suspiro.
Entonces, le conté mi sueño. Desde de ese día, decidí que tenía que orar cada vez por más personas. Mientras más sean las personas que mencionas en tus oraciones, más grande será la recompensa que recibas. Estamos hablando de la forma más grande de amor y caridad que existe: unir al hombre con Dios. Y todos lo podemos hacer.
***
Yo no pude terminar la escuela… no pude llegar más lejos. Pero sí que anoté los nombres de todos los maestros y compañeros que tuve a lo largo de mis años en las aulas. ¡Y no te imaginas lo feliz que me hace orar por cada uno de ellos! Y oro por ellos, porque todos me ayudaron a hacerme una buena persona. Ahora, cuando tengo más o menos un año de no ir a la Liturgia, porque me quedé sordo, me esfuerzo en recordar todos esos nombres escritos en la pared del proskomediario y oro por ellos, sabiendo que esas almas obtienen un gran consuelo espiritual. Por eso, hijo mío, si quieres salvar tu alma, ora por todas las personas que puedas.
(Traducido de: Ieromonahul Iosif Agioritul, Starețul Efrem Katunakiotul, traducere de Ieroschim. Ștefan Nuțescu, Schitul Lacu-Sfântul Munte Athos, Editura Evanghelismos, București, 2004, pp. 242, 244)