Palabras de espiritualidad

¡Oremos todos a la Madre del Señor!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Esforcémonos todos en mantener en nuestro corazón el amor y la fe, porque, de lo contrario, ni siquiera la Madre del Señor podrá interceder por nosotros ante Dios.

¡Oremos, hermanos, a la Madre del Señor, cada vez que en nuestro hogar se encienda la tormenta del conflicto y la maldad! Ella es muy generosa y en un instante puede hacer que vuelva la paz a los corazones de los hombres. La paz y el amor vienen del Dios Único, de su única Fuente, y nuestra Señora, hallándose ante Él y siendo la Madre de Cristo, el Señor de la Paz, ora incansablemente por la paz de todo el mundo, especialmente por la paz de todos los cristianos.

Ella tiene un gran poder y, con su determinación, puede apartar de nosotros los malos espíritus, que buscan sin cesar la forma de sembrar enemistad y maldad entre los hombres. Ella puede dar inmediatamente paz y amor a aquellos que buscan con fe y devoción la protección de su Santo Manto. Esforcémonos todos en mantener en nuestro corazón el amor y la fe, porque, de lo contrario, ni siquiera la Madre del Señor podrá interceder por nosotros ante Dios, hallándonos indignos de ello. Así pues, presentémosle nuestra honra a la Madre del Altísimo, con fervor y devoción.

Porque “en verdad es justo glorificar” a la Madre de Dios, “la más bienaventurada y purísima”, más excelsa que toda criatura y mediadora de la humanidad. Cultivemos el espíritu de la humildad, porque ella misma es más humilde que todos y se dirige con amor solamente a quienes practican esta virtud.

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, p. 163-164)