Palabras de espiritualidad

Palabras de instrucción espiritual, del stárets Nikón de Óptina

  • Foto. Silviu Cluci

    Foto. Silviu Cluci

Sólo allí, con el Señor, debemos buscar el auxilio que nos falta, y no poner nuestra confianza en nadie más.

El Señor nos ayuda en el dolor y en las tentaciones. Él nos ampara y nos da las fuerzas necesarias para enfrentar todo eso, aunque no nos demos cuenta. El silencio prepara el alma para la oración. ¡Qué provechosa es la acción del sosiego sobre el alma!

Los primeros cristianos vivían en el mismo espíritu. A cada uno se le daba según sus necesidades; no todos recibían lo mismo, sino de acuerdo a lo que necesitaban. En los monasterios este problema tuvo un cariz un poco más serio. Para resolverlo, tuvo que considerarse la necesidad de evitar que surgiera la envidia entre los hermanos de la comunidad y, además, darle a cada uno lo que fuera útil para el alma.

Hoy en día, es muy difícil encontrar un lugar tranquilo. De una sola cosa debemos acordarnos: “Alzo mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá mi auxilio?” (Salmos 120, 1). Sólo allí, con el Señor, debemos buscar el auxilio que nos falta, y no poner nuestra confianza en nadie más.

(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 226)