“Me pides que te perdone por no haber podido visitarme, porque has estado enfermo. Bien, yo te pongo una corona, elogiando tus pensamientos. ¡De hecho, sí que veniste a verme! Porque, por la ley del amor, no estás en un nivel inferior a quienes estuvieron aquí, conmigo. Que nuestro Buen Dios te libre de la enfermedad que sufres, que te llene de salud, para que pueda alegrarme viéndote de nuevo frente a frente. Sí, espero con ansias verte nuevamente, abrazarte y besar tu querida frente. Pero, mientras la enfermedad te mantenga en cama y, además, no tengas tanto tiempo, no dejaré de escribirte, para no privarme de esta alegría”. (San Juan Crisóstomo, en una epístola dirigida a Hesiquio)

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Scrisorile, Editura Institului Biblic și de Misiune Ortodoxă, București, 2008, p. 133)