Palabras de espiritualidad

Para aprender lo que es el perdón

  • Foto: Magda Buftea

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¿Ven qué grande es la diferencia entre los verdaderos cristianos y nosotros, los que no actuamos así? ¿En qué nos distinguimos de los paganos?

San Pablo, en una de sus epístolas a los Corintios, nos exhorta a no acudir a los tribunales civiles a dilucidar nuestras controversias, porque es mejor resolverlas entre nosotros. Actualmente, el 40% de aquellos que han heredado terrenos o tienen problemas con alguna sucesión acuden a los tribunales. ¡Y son cristianos! Unos pasan hasta quince años sin comulgar, otros ni siquiera se acuerdan de confesarse, porque viven prometiendo que se van a enmendar, mas nunca lo hacen. En dichas controversias, algunos tienen la razón, otros no. Pero, tanto los unos como los otros, siendo cristianos, tendrían que resolver esos probemas entre ellos mismos. Como vemos, la aplicación práctica del cristianismo casi no existe.

¿Han leído lo que hizo San Espiridón en aquel episodio con unos cuatreros? Él era pastor y también obispo. Sí, era obispo y pastor al mismo tiempo. Una noche vino una banda de ladrones a intentar robarse unos carneros. A la mañana siguiente, San Espiridón los encontró temblando de frío, pero sin poder levantarse del suelo. Cuando les preguntó. “¿Qué les pasa, hijos?”, ellos empezaron a llorar y le respondieron: “Venerable padre, anoche venimos a ver si podíamos llevarnos algunos carneros, pero el ángel del Señor nos dejó como paralizados... y he aquí que tenemos horas soportando el frío, incapaces de movernos”. Entonces, San Espiridón se puso a orar por ellos y los pies se les “desataron”; así, cuando el santo les dijo: “¡Ahora pueden irse en paz!”, los ladrones respiraron aliviados y se dispusieron a marcharse a toda prisa. Sin embargo, el santo los detuvo, rogándoles que lo esperaran un momento. Los bandidos se asustaron, creyendo que el anciano empezaría a dar voces para que vinieran las autoridades. Sin embargo, lo que hizo este fue tomar un carnero para obsequiárselo, diciendo: “Tomen este animal. ¡Les tocó sufrir toda la noche, sin obtener nada a cambio! ¡Llévense el carnero y prepárenlo como quieran, para reponerse de lo que acaban de vivir!”. Atónitos y arrepentidos, los malhechores no sólo no se llevaron el carnero, sino que decidieron quedarse al lado de San Espiridón el resto de sus vidas. ¿Somos capaces de hacer lo mismo? “¡Padre, si atrapamos a alguien intentando robarnos algo, le damos una lección que jamás se le olvidará!”. Por no mencionar lo demás: “Llamamos a la policía, gritamos, lo golpeamos, lo demandamos, lo reprendemos, después le dejamos de hablar, le robamos algo para ajustar las cosas, le hacemos algo a su casa, etc.”. ¿Ven qué grande es la diferencia entre los verdaderos cristianos y nosotros, los que no actuamos así? ¿En qué nos distinguimos de los paganos?

(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soțul ideal, soția ideală, Editura Anastasis, Sibiu, 2011, pp. 235-236)