Palabras de espiritualidad

Para explicar la veneración a los íconos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No honramos la materia de la que está hecho el ícono, sus colores o la madera que lo compone, sino al santo representado en él.

La veneración de los santos íconos no es idolatría, como creen algunos, y no contradice en lo más mínimo el segundo mandamiento del Decálogo: “No te harás escultura ni imagen alguna... no te postrarás ante ellas ni les darás culto” (Éxodo 20, 4-5). En tanto que los ídolos son expresiones de la mente humana —que carecen de una existencia real—, los íconos son representaciones de las personas santas, que existen en realidad y que tienen la capacidad de ayudarnos.

Aún más: nosotros no honramos la materia de la que está hecho el ícono, sus colores o la madera que lo compone, sino al santo representado en él. En el Antiguo Testamento, la representación de Dios estaba prohibida, precisamente porque Dios no podía ser visto. Así, cualquier intento de representarlo hubiera llevado al pueblo a la idolatría. Pero, dado que el Hijo de Dios se hizo hombre y se nos dio a conocer, también se hizo posible Su representación. Con esto, la Encarnación de Dios se convirtió en el fundamento de las representaciones iconográficas.

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