Los más conocidos y más eficaces medios para obtener el Espíritu Santo, de acuerdo con las enseñanzas de las Santas Escrituras y con la experiencia de los grandes santos, son los siguientes:

• Un corazón y un cuerpo puros.

• La humildad.

• La obediencia al llamado de Dios.

• La oración.

• La devoción diaria.

• La lectura de la Biblia y la práctica de lo aprendido ahí.

• Acercarse a los sacramentos de nuestra Iglesia, especialmente la Santa Comunión.

Cualquier alma creyente puede llenarse del Espíritu Santo, si se limpia de pecados, se aparta del egoísmo y se libera del orgullo. El Espíritu Santo está siempre a nuestro alrededor, anhelando entrar en nuestro corazón, pero nuestros pecados nos rodean como si se tratara de un impenetrable muro de piedra. Así, nuestros pecados, como si fueran unos centinelas despiadados, lo apartan de nosotros y le impiden acercarse. Cualquier pecado aleja al Espíritu Santo. Sin embargo, los pecados más desagradables para Él son los carnales —el desenfreno—, y de entre los espirituales, el orgullo. El Espíritu Santo, que es la pureza más perfecta, no puede morar en el corazón de alguien que está lleno de pecados. ¿Cómo podría venir a nuestro corazón, si este se mantiene lleno de preocupaciones, apetitos y pasiones?

(Traducido de: Glasul Sfinților Părinți, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumenița, 2008, p. 345)