¿Para qué oras, hermano?
Haz que tu esfuerzo no tenga como propósito el cumplir con una norma ordinaria de trabajo espiritual, sino hablar con Dios desde lo profundo de tu corazón.
Observa si verdaderamente te hallas ante Dios con tu oración, o si te has dejado vencer por la vanidad, esmerándote en obtenerla a toda costa, y ocultando esa mala intención con una aparente devoción al orar.
Sea que ores en compañía de un hermano, o en la soledad, haz que tu esfuerzo no tenga como propósito el cumplir con una norma ordinaria de trabajo espiritual, sino hablar con Dios desde lo profundo de tu corazón.
La oración que elevamos sintiéndola, consiste en la atención (a Dios y a las palabras mismas de lo que estamos rezando), junto con la piedad, la contrición y el dolor del alma al confesar nuestras faltas con callados suspiros.
(Traducido de: Sfântul Cuvios Nil Pustnicul, Despre rugăciune și trezvie în învățăturile Sfinților Părinți, Editura Egumenița, p. 225)