Con el ejemplo de toda Su vida terrenal, el Señor nos enseña cómo debemos enfrentar las tribulaciones y cómo tenemos que comportarnos con quienes nos las provocan. ¡Estremecedores, sobrecogedores, pero también llenos de una grandeza divina fueron los últimos instantes de Su vida terrenal!

Con maldad y odio, pero también con temor, veían los tormentos del Crucificado Sus enemigos mortales. Y el Señor, a pesar de Su terrible pasión, sigue amándonos y salvándonos.

(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, Bucureşti, 2004, pp. 65-66)