Palabras de espiritualidad

Pidámosle a la Madre del Señor que nos dé paz, consuelo y auxilio

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Señor, Dios e Hijo mío, esta alma acongojada, aunque ha errado, siempre me ha suplicado que te pida a Tí. ¡Perdónala y ten piedad de ella!”

¡Debes saber que no existe una sola alma que, confiando en la Madre del Señor, haya quedado sin ser escuchada! Por medio de sus oraciones, cada alma obtiene paz, consuelo, amparo y socorro. Y cuando al alma le llegue el momento de partir de este mundo, su misericordia no le abandonará. Asimismo, en el Día del Juicio, la Santísima Madre permanecerá arrodillada frente a su Santísimo y Dulcísimo Hijo y Dios nuestro, Jesucristo, diciendo, ““Señor, Dios e Hijo mío, esta alma acongojada, aunque ha errado, siempre me ha suplicado que te pida a Tí. ¡Perdónala y ten piedad de ella!”. Y, así, ganaremos, por sus oraciones, misericordia, tanto en esta vida, como en el momento de morir, así como en el Día del Juicio.

(Traducido de: Arhimandrit Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 148)

 

Leer otros artículos sobre el tema: