Palabras de espiritualidad

¡Pienso en Ti, Señor, y me estremezco!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El recuerdo constante del Creador de todo, de nuestro Buen Dios, que consta en el cumplimiento de Sus mandamientos redentores, nos hace herederos de la vida eterna y del Reino que no tiene fin.

“Me acuerdo de Dios y me estremezco” (Salmos 76, 3), dice este profeta y rey. En verdad, digna de admiración y de encomio es la virtud de este hombre justo y amante de Dios, quien, a pesar de vivir rodeado de toda la belleza y los prodigios de este mundo, no encontró en nada de eso la felicidad, según sus propias palabras, sino solamente al acordarse de Dios.

Y con toda razón. Porque el apego a las bellezas del mundo, aparentemente muy valiosas, y el sometimiento a ellas con toda el alma, nos priva del gozo de las bondades eternas y nos aparta de lo verdaderamente importante. El recuerdo constante del Creador de todo, de nuestro Buen Dios, que consta en el cumplimiento de Sus mandamientos redentores, nos hace herederos de la vida eterna y del Reino que no tiene fin.

(Traducido de: Sfântul Maxim Grecul, Viața și cuvinte de folos, Editura Bunavestire, Galați, 2002, p. 76)