Palabras de espiritualidad

¿Podemos despreciar los malos pensamientos?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El desprecio a una pasión encierra algo de orgullo, algo de autosuficiencia y, lo que es peor, autojustificación. Es decir que te justificas a ti mismo y no reconoces tu pasión. Es como si dijeras: “Esta pasión no es mía, no tiene nada que ver conmigo”.

Padre, el abbá Isaac dice que tenemos que vencer las pasiones “con la humildad y no con el desprecio” (en el “Canon a la Santísima Madre de Dios”, del “Acatisto de la Anunciación”). ¿El desprecio a una pasión y el desprecio a los pensamientos blasfemos son la misma cosa?

—No. El desprecio a una pasión encierra algo de orgullo, algo de autosuficiencia y, lo que es peor, autojustificación. Es decir que te justificas a ti mismo y no reconoces tu pasión. Es como si dijeras: “Esta pasión no es mía, no tiene nada que ver conmigo”. Y, así, no te esfuerzas más en librarte de ella. Por otra parte, a los pensamientos blasfemos sí tenemos que despreciarlos, porque, como dije antes, no son nuestros, sino del demonio.

Cuando alguien finge ante los demás tener una pasión, por ejemplo, cuando finge tener problemas con la gula, ¿se está burlando del demonio?

—Cuando lo finge de una forma digamos “correcta”, no es que se esté burlando del demonio. Sí lo haces, cuando, a pesar de que el demonio de susurra cualquier clase de ideas blasfemas, tú te dedicas a cantar (los Salmos).

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești. Volumul III. Nevoință duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, ediția a II-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, p. 39)