Palabras de espiritualidad

¡Pongamos en práctica lo que leemos!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El que se concentra al leer, pero se contenta solamente con la lectura, sin practicar nada de lo leído, se parece a esos labriegos a los que les cuesta poner la mano en el arado y, sentándose a la sombra, se limitan a leer tratados enteros de agricultura.

Si no mantenemos la mente concentrada cuando desarrollamos nuestro estudio espiritual, no obtendremos ningún provecho; al contrario, estaremos perdiendo el tiempo y cansándonos sin sentido, porque no lograremos retener nada de lo que estamos leyendo. Seremos entonces como un tipógrafo, quien, distraído, olvida poner tinta en los tipos, haciendo que las máquinas trabajen en vacío, sin imprimir texto alguno.

El que se concentra al leer, pero se contenta solamente con la lectura, sin practicar nada de lo leído, se parece a esos labriegos a los que les cuesta poner la mano en el arado y, sentándose a la sombra, se limitan a leer tratados enteros de agricultura y otros elementos puramente teóricos, pero sin hacer nada en concreto, razón por la cual se sienten permanentemente insatisfechos.

También las mujeres se gozan mucho en la lectura y podrían obtener un provecho más grande que los hombres, porque suelen tener una fe más fuerte, pero, desafortunadamente, pocas son las que se benefician (con la lectura) y avanzan en lo espiritual: la mayoría, cuando se examinan a sí mismas, empiezan a lamentarse y hacen verdaderos análisis “microbiológicos” espirituales, sin empezar renunciando primero a sus pasiones más graves para después ocuparse de las pequeñas, que suelen desaparecer despacio y por sí mismas, con la Gracia de Dios.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Epistole, Editura Evanghelismos, pp. 148-149)