Por medio de los más pequeños, Dios quiere salvar a los más grandes
"Lo que hagan con alguno de Mis hermanos pequeños, a Mí me lo han hecho". Él, siendo poderoso y grande, se identifica con los más pobres y más pequeños de este mundo – llamándose incluso hermano suyo – para ablandar el corazón de los ricos y conducirlos a la salvación.
"Estuve hambriento y me dieron de comer", le dirá el Señor a los misericordiosos, en su estremecedor Juicio.
Quizás te sorprendas leyendo en el Evangelio, exclamando,“¿Cuándo estuvo hambriento Cristo, aquí en la tierra?”. Él no se refiere tan sólo al tiempo en el que anduvo, como hombre, aquí en la tierra, sino a todos los tiempos, hasta el final. Tampoco se refiere sólo a los piadosos de aquellos tiempos, sino de todos los tiempos. Aún hoy, Él sigue sintiendo el hambre de los pobres como Su hambre. Él pasa hambre con todos los pobres del mundo, con todos los mendigos, con todos los abandonados y marginados. El hambre de ellos es el hambre de Cristo. Aunque el mundo los margina, ellos son los elegidos de Dios, para probar el corazón de los ricos. Lo que hagan con alguno de Mis hermanos pequeños, a Mí me lo han hecho. Él, siendo poderoso y grande, se identifica con los más pobres y más pequeños de este mundo – llamándose incluso hermano suyo – para ablandar el corazón de los ricos y conducirlos a la salvación. Tal es Su método para llevar a los hombres a la salvación. Porque Su mano todopoderosa se esconde detrás de los medios aparentemente más insignificantes. Él quiere que todos dependan, uno de otro, para que, ayudándose recíprocamente, alcancen la salvación. Por eso, el que ayude a un hambriento, que lo haga con sobrecogimiento, como si en frente tuviera la mano de Cristo mismo.
(Traducido de: Episcop Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, vol. 2, Editura Sophia, Bucureşti, 2003, p. 112)