Para poder avanzar, elige una oración corta y repítela con toda tu atención. No permitas que se te atraviese ni siquiera uno de esos pensamientos aparentemente benévolos. Que todo se detenga para ti, también tu imaginación y tu memoria. Lucha y sé paciente, en el nombre de Jesucristo, porque la espada de fuego del serafín no dejará que te entre en el corazón ninguna sombra, ningún ser terrenal y, mucho menos, el maligno.

Antes de orar, deja toda actividad y consiente que tu corazón respire sólo el Nombre amado, después de observar que en todo nuestro ser, en todos nuestros actos, intenciones y pensamientos, no hay sino impulsos al pecado.

(Traducido de: Sfântul Inochentie al Penzei, Viața care duce la Cer, traducere de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2012, pp. 44-45)