Palabras de espiritualidad

Por qué no es bueno demorar el arrepentimiento

  • Foto: Valentina Birgaoanu

    Foto: Valentina Birgaoanu

No necesitas esperar un momento propicio para enmendarte, porque no sabes qué puede ocurrir mañana...”

El riesgo de perder nuestra alma debe ser una exhortación para buscar la salvación. Hay dos peligros acechando al que no cuida de la salvación de su alma: puede sobrevenirle la muerte o puede que la Gracia se aparte de él. En ambos casos, el daño es inmenso, porque lo que sigue es la muerte del alma. Veamos lo que nos dice San Juan Crisóstomo:

No demoremos nuestro regreso al Señor, ni lo dejemos para mañana, no sea que la muerte nos encuentre inesperadamente. Ninguno de nosotros sabe el momento en que habrá de morir, precisamente para que nos preparemos sin cesar. Por eso, el día del Señor vendrá como un ladrón nocturno; no para robar, sino para ayudarnos/estimularnos/determinarnos/hacernos/exhortarnos a mantenernos constantemente en vigilia. Porque, aquel que prevé el momento en que vendrá el ladrón sabe que este vendrá, por eso se mantiene en guardia y, encendiendo su lámpara, sabe cómo estar despierto todo el tiempo. Del mismo modo, encendiendo la llama de la fe y teniendo una vida pura, estrechemos con gozo nuestra candela, en una continua vigilia. Ya que no sabemos cuándo vendra el Novio, mantengámonos en una vigilia permanente, para que cuando venga, nos encuentre velando”.

Y San Gregorio nos dice: “No necesitas esperar un momento propicio para enmendarte, porque no sabes qué puede ocurrir mañana. Muchos, a pesar de hacerse toda clase de planes, no han llegado al día siguiente, dejándolos sin realizar (...) Si sigues perdiendo el tiempo, esperando a que llegue el día de mañana, en ese breve lapso serás asaltado por el maligno, como suele hacerlo en tales casos. Él dice: dame el presente y a Dios déjale el futuro; dame tu juventud y dale a Dios tu vejez; dame a mí los placeres y a Dios déjale las sobras... ¿Ves, entonces, qué grande es el peligro que te acecha? Muchas son las tribulaciones que pueden aparecerte en el camino. La lucha te fatiga, un grano cae donde no debe (algo tan insignificante... si tienes una buena opinión de ti mismo, no olvides qué fácilmente puede morir el hombre): o caes en la bebida, o el viento te arroja a alguna parte, o tu caballo pierde el control, o resultas tomando algo venenoso y te hace sufrir, o caes enfermo justo cuando había algo importante que hacer.”

(Traducido de: Sfântul NectariePocăinţă şi Spovedanie, Editura Mănăstirii Sfântul Nectarie, Mănăstirea grec-ortodoxă Sfântul Nectarie, 100 Lake Anawanda Road, Roscoe, NY 12776)