Aunque busquemos cualquier argumento para justificar nuestra negligencia, no tenemos defensa posible. Casi todos conocemos los mandamientos, entendemos cómo debemos guardar nuestra Santa Fe, todos nos hemos vestido con los ropajes de la contrición y hemos tomado sobre nuestros hombros el suave yugo del Señor, para seguir la senda del Nuevo Testamento. Las persecuciones de otras épocas son historia, ya no existe la esclavitud... pero seguimos tropezándonos y no logramos avanzar.

Hermanos, si nos analizamos bien, veremos que la causa de esos tropiezos somos nosotros mismos. Porque, al andar el camino estrecho (de la Cruz), olvidamos vigilar la marcha de nuestros pies, para estar atentos a la de los demás. Es decir, se nos olvida contar nuestros propios pecados, para enumerar los de los demás. ¡Y no nos contentamos con esto, porque además nos esforzamos en hacerlos públicos y juzgarlos!

(Traducido de: Sfântul Ioan Iacob de al Neamţ - Hozevitul, "Pentru cei cu suflet nevoiaş ca mine...", Opere complete, Editura Doxologia, p. 339)