¡Preséntale al Señor la ofrenda de todo tu ser, tal cual eres!
¡Solamente siendo como eres, podrás devenir en eso que Dios espera de ti! Si intentas construirte según modelo distinto al que Dios puso en ti desde que fuiste concebido, que es Su imagen en lo más profundo de tu ser, terminarás extraviándote y sufrirás lo indecible.
Acepta la “masa”, la “mixtura” de tu vida y de tu persona como un don de Dios, tal cual es, con sus cosas buenas y las menos buenas, con sus debilidades y sus defectos. Acepta todo eso como tuyo. Después, lleva ese don al Santo Altar y confíaselo a Él en la Divina Liturgia, claro está, luego de haber cumplido con lo que se te pide para esto: confesarte, reconciliarte con quienes te hayan ofendido, bendecir a quienes te insultan y te maldicen, así como las demás cosas que el Señor espera de nosotros.
Así pues, confíale tu don y espera a que Él acepte lo Suyo de lo que es Suyo, y lo tranforme con Su Gracia en un lugar propicio para recostar Su cabeza. ¡Recíbelo y cobíjalo en tu corazón y en tu vida, y Él te hará crecer como solamente Él lo sabe hacer!
¡Sé como eres! ¡Sé tú! ¡Porque, solamente siendo como eres, podrás devenir en eso que Dios espera de ti! Si intentas construirte según modelo distinto al que Dios puso en ti desde que fuiste concebido, que es Su imagen en lo más profundo de tu ser, terminarás extraviándote y sufrirás lo indecible. Esta es nuestra labor: ¡recibirlo, hacerle un sitio en nuestro ser! ¡Es tan simple! Ciertamente, no es algo fácil de lograr, ¡pero Él mismo se pone “manos a la obra” con nosotros para que podamos conseguirlo!
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Gânduri din încredințare, Antologie de Elena Cristina Sturzu, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 5)