A propósito del himno conocido como “Trisagio”
Pidiendo la misericordia de Dios, tomando en cuenta a cada persona de la Santísima Trinidad, en general, pedimos el auxilio de Dios, la intervención de Dios en nuestra vida, en nuestro ser, y desde nuestro ser.
Esta oración es, principalmente, una invocación. Luego, nos dirigimos a Dios-Padre, cuando decimos: “Santo Dios”; a Dios-Hijo, con las palabras: “Santo Fuerte”, como a un Dios poderoso, y al Espíritu Santo, el vivificador e “Inmortal”. Debemos subrayar que, por esencia, cada persona de la Santísima Trinidad es inmortal. Posteriormente, después de hacer esta invocación, agregamos otra oración: “ten piedad de nosotros”. ¿Qué significa esto? Le pedimos primero a Dios-Padre que se apiade de nosotros: Santo Dios, “ten piedad de nosotros”; nos dirigimos a Dios-Hijo, diciendo: “Santo Fuerte”, y le pedimos que se apiade de nosotros. Y nos dirigimos a Dios-Espíritu Santo, cuando decimos “Santo Inmortal”, y le pedimos: “ten piedad de nosotros”. (...)
Así pues, pidiendo la misericordia de Dios, tomando en cuenta a cada persona de la Santísima Trinidad, en general, pedimos el auxilio de Dios, la intervención de Dios en nuestra vida, en nuestro ser, y desde nuestro ser. Porque, con el Santo Bautismo, los cristianos ortodoxos reciben a la Santísima Trinidad en el alma, desde donde Ella obra desde arriba y desde abajo. Desde lo alto, partiendo de la altura celestial, y desde abajo, en nuestro ser, en el cual mora el Espíritu Santo —al cual llamamos e invocamos—, y en donde están, de hecho, el Padre y el Hijo, porque en donde está una persona de la Santísima Trinidad, están también las otras dos.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Pași pe calea duhovnicească – convorbiri realizate de Părintele Sabin Vodă, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2010, pp. 72-73)