¿Puedo pedir el consejo de más padres espirituales?
Si tienes varios padres espirituales a los que amas, nadie te impide aconsejarte con todos. Eso sí, debes conservar una roca a la cual mantenerte atado todo el tiempo, alguien que tenga una palabra decisiva cuando tengas que elegir un camino u otro.
¿Qué debo hacer, si, a pesar de tener un padre espiritual, he encontrado otro que —siento yo— me ayuda más en las cosas del alma y me da mucha más paz? Siento que no puedo renunciar a ninguno de los dos, aunque mi alma prefiera al segundo...
—Sigue amando a los dos, sin renunciar a ninguno. Hay personas que vienen y me dicen: “Padre, aunque tengo un padre espiritual, he estado hablando con otro. El problema es que me resulta difícil separarme del primero”. ¡Es que no tienes que separarte de él! Búscalo, pídele consejo… ¿quién te lo impide? Los Santos Padres no hacían eso, no se separaban.
Un aspecto fundamental en esto es que no todos los padres espirituales son avezados en todos los temas. Es difícil pretender que todos los sacerdotes somos auténticos vasos del Espíritu Santo, de los cuales brota la Gracia como de la misma boca de Dios, y que todo lo que decimos es como si viniera del mismo Cielo. No podría afirmar algo así, porque sabemos que no es cierto. Especialmente en estos tiempos, la experiencia es algo importantísimo, indispensable. Luego, necesitamos padres espirituales experimentados.
San Juan Casiano lo dice. Alguno que tuvo que luchar contra una pasión. Por ejemplo, San Moisés de Etiopía, quien de joven fue un bandido y tuvo que luchar contra la ira. Otro habrá tenido otra lucha. Si acudes a un padre espiritual del cual sabes que es experimentado en determinada lucha espiritual, no estás errando. No vas para poner en tentación a nadie, tampoco desconsiderando a tu padre espiritual, sino porque quieres entender la lucha que libras.
La prueba de que así es como veían las cosas los ascetas ortodoxos, es el libro “Diálogos Espirituales”, de San Juan Casiano, que no es sino un compendio de entrevistas con ascetas y verdaderos guerreros espirituales del desierto egipcio. Cada padre presenta una sección del vasto campo de lo espiritual. Uno habla de la pureza, otro del equilibrio, otro de la lectura de las Santas Escrituras, etc.
Así pues, si tienes varios padres espirituales a los que amas, nadie te impide aconsejarte con todos. Eso sí, debes conservar una roca a la cual mantenerte atado todo el tiempo, alguien que tenga una palabra decisiva cuando tengas que elegir un camino u otro. Usualmente, los padres espirituales que nos agradan es porque piensan de forma similar entre sí. De hecho, los padres espirituales tendrían que pensar igual de las mismas cosas, porque por eso fue que se les concedió el don de ser padres espirituales. Porque en ellos obra el Espíritu Santo, y en el Espíritu Santo no hay ni división ni separación.
Si ese amor que sientes por uno, dos o tres padres espirituales te fortalece en la fe, en el amor, en la obediencia y la humildad, y multiplica tu amor por ellos, sin despertar contradicciones en tu interior porque uno dice una cosa, y los demás otra, es bueno que aceptes su consejo. Pero si en tu mente aparece una división y empiezas a compararlos, pensando que uno es mejor que otro, o que uno dijo una cosa, en tanto que otro dijo otra, es que estás entrando en el terreno de la tentación y tienes que elegir solamente a uno, al cual deberás obedecer. ¿Por qué? Porque tu mente aún es débil, aún juzgas según las apariencias y no puedes recibir consejos de más sacerdotes, como lo hacía San Juan Casiano y también otros padres del desierto de Egipto.
(Traducido de: Ieromonah Savatie Baștovoi, Singuri în fața libertății, Editura Cathisma, București, 2009, pp. 54-57)