Palabras de espiritualidad

¿Qué buscamos al venir a la iglesia?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Lo que sentimos, lo que anhelamos y lo que vemos no es nada más que un estado que Jesús mismo nos crea, un estado que solamente Su presencia puede asegurar. Un estado que solamente Él puede realizar y que sin Él desaparece inmediatamente.

La mayoría viene a la iglesia, a Cristo, pero regresan sin obtener el más mínimo beneficio, como sí lo hiciera aquella mujer con flujo de sangre. Por eso, les pregunto a esas personas: ¿qué hallaron en Cristo? Tal como veniste, así volviste a casa. Esto, a pesar de que sabemos que después de matar el pecado sientes una dulzura especial, un placer, un gozo. Y no necesitas nada más, porque Dios endulza tu vida y alegra tu joven alma, que seguirá siendo joven mientras se mantenga ante Él. Entonces, tu corazón se alegra, porque Él dice: “Aquí moraré, porque te he elegido”.

Cuando alguien desea tener estas santas experiencias, ¿cómo es posible que Él no le escuche? ¿Cómo es posible que Dios no le responda? Por eso es que realiza esta asamblea litúrgica. Por eso es que reúne a los ángeles, los arcángeles, los santos y los pecadores en la Liturgia, para que los santos les transmitan su santidad a los pecadores, y estos les transmitan a los santos su anhelo de santidad, para que se santifiquen “aquellos que dialogan” con nosotros.

Todo esto lo encontramos en la iglesia, basta solamente con que calle y desaparezca todo lo que terrenal que mantenemos ante nosotros, para dirigir nuestra mirada exclusivamente a lo que es de Dios.

En consecuencia, ¿qué buscamos aquí? Nada más que esta meditación mística que debemos hacer en nuestro corazón al entrar a la iglesia. Para que el cuerpo sane, es necesario recibir alguna inyección. Para que una rama caída pueda alimentarse con la savia, debes injertarla en otro árbol. Debes injertar el olivo silvestre con el olivo que da frutos, para que también aquel fructifique (Romanos 11, 17). Lo mismo debe hacer cada cristiano al venir a la iglesia, en donde habrá de encontrarse místicamente con Cristo. Cada uno debe empezar a meditar esto en su interior, para que se haga realidad.

Así las cosas, ¿qué es lo que buscamos aquí? Cada vez que venimos con tanto anhelo a la iglesia, cada vez que participamos de la Liturgia y de las vigilias, ¿qué es lo que buscamos? ¡A Cristo! Pero, para encontrarlo, debemos reflexionar profundamente sobre todo esto, y Él vendra inmediatamente. Veremos que todos los obstáculos desaparecerán y nos sentiremos resucitar.

¿Qué buscamos? Un estado universal en la iglesia, y un estado interior “instituido por Jesús”.

Lo que sentimos, lo que anhelamos y lo que vemos no es nada más que un estado que Jesús mismo nos crea, un estado que solamente Su presencia puede asegurar. Un estado que solamente Él puede realizar y que sin Él desaparece inmediatamente. Un estado instituido por Jesús, ya que todo lo que primero fue instituido, luego fue revocado.

Hermanos míos, he aquí que en la Iglesia todo ha sido instituido por Jesús.

(Traducido de: Arhimandrit Emilianos Simonopetritul, Despre viață. Cuvânt despre nădejde, Indiktos, Athena 2005)