Palabras de espiritualidad

Que cada uno le agradezca a Dios por haberlo creado tal como es

  • Foto: Benedict Both

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Los hombres han dejado de entender el sentido más profundo de la vida. De hecho, han dejado de creer en la vida eterna. Y de ahí surgen todas las tribulaciones.

Padre, hay un caso, el de un joven que desapareció, habiendo dejado una carta dirigida a sus padres, en la que escribió que había decidido suicidarse “por no ser lo suficientemente apuesto”, señalándolos a ellos de ser los responsables de su infortunio.

—Los hombres han dejado de entender el sentido más profundo de la vida. De hecho, han dejado de creer en la vida eterna. Y de ahí surgen todas las tribulaciones. “Es injusto, los demás son felices, pero yo no”, dicen muchos. No se contentan con lo que tienen, aparece el egoísmo... y sufren. Dios ama a todo el mundo. A cada uno le dio lo que necesita, trátese de un aspecto agradable, o de la delicadeza, o de la afabilidad, etc., lo que, si es puesto en acción, habrá de ayudarle a salvarse. Pero el mundo sufre. “¿Por qué yo soy así, y el otro es distinto?”. Pero es que tú tienes esto, y el otro aquello.

Un monje rumano, “loco por Cristo”, que vivía como asceta en el Monte Athos, le dijo a uno que tenía esa misma clase de pensamientos: «Una rana vio a un buey y dijo: “Yo también quiero ser un buey”. Empezó a hincharse y a hincharse... hasta que estalló. Dios creó a las ranas y también a los bueyes. La rana quiso ser buey y terminó muriendo». Que cada uno se alegre con lo que le haya otorgado el Creador.

Cuando el hombre es ayudado a creer en Dios y en la vida futura, en la vida eterna, aprehende el sentido más profundo de la vida, se arrepiente y cambia de vida, viniendo así el consuelo divino por medio de la Gracia de Dios, esa que le transforma y le ayuda a alejar todos los defectos heredados.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Trezire duhovnicească, Editura Evanghelimos, p. 343-344)