Palabras de espiritualidad

¿Qué debo hacer para ir venciendo las pasiones que perviven en mí?

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

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A las ocho pasiones generales tenemos que oponerles las ocho virtudes cristianas: templanza, mesura, pobreza voluntaria, alegría, paciencia, modestia o renuncia a la vanagloria y una mente humilde.

El método de lucha más eficiente consiste en limitarlas, hasta alcanzar la completa eliminación de los efectos que provocan, paralelamente con el esfuerzo de poner en práctica las virtudes que les son opuestas. San Isaac el Sirio nos dice que “nadie puede vencer las pasiones sino por medio de las virtudes sentidas y vistas”.

El principio recomendado por los Santos Padres, quienes se entregaron a esta labor espiritual mucho antes que nosotros, es el de los contrarios, es decir, destruir una pasión con la virtud que le es opuesta. Así, a las ocho pasiones generales tenemos que oponerles las ocho virtudes cristianas: templanza, mesura, pobreza voluntaria, alegría, paciencia, modestia o renuncia a la vanagloria y una mente humilde.

A su vez, la filaucía o amor pasional a uno mismo, causa generadora de todas estas pasiones, es destruida por el amor espiritual a todos y a todo, un amor que es más semejante al amor inefable de Dios.

La gula del vientre es destruida con el ayuno y la abstinencia; el desenfreno, con la disciplina física y espiritual, con el anhelo de lo divino y de las bondades futuras; la avaricia, con la compasión y la ayuda a los pobres; la ira, con el amor a todos y la bondad; la tristeza, con la alegría espiritual; la pereza, con el trabajo espiritual, especialmente con la oración acompañada de postraciones; la vanagloria y el orgullo, con la labor a escondidas y la humildad de mente. Y, todo esto, con el auxilio de Dios, por medio de la humildad y el amor.

(Traducido de: Nevoitor, Război în văzduhul inimii, Editura Credința strămoșească, p. 98-99)