¿Qué dice el pronóstico del tiempo de tu corazón?
A veces sentimos en el alma como una brisa muy agradable, que nos calienta y nos revigoriza, nos consuela y nos llena de sosiego. Otras veces, nuestro corazón se llena de un aire pesado, diría hasta mortal, y nuestra alma pareciera sumirse en unas densas tinieblas.
En la naturaleza, a veces sopla un céfiro cálido, agradable, que te envuelve y pareciera entrar suavemente en todo tu cuerpo, en tanto el cielo está sereno y despejado. Otras veces, es el viento el que sopla y te provoca una sensación de frío y desolación, te cala en los huesos, te hace sentir tu piel como de gaillina, mientras ves cómo el cielo y la tierra van oscureciéndose. O, sin ninguna brisa, el aire puede ser frío o caliente; puede calentarte o, por el contrario, hacerte temblar de frío.
Lo mismo ocurre en nuestra vida espiritual: a veces sentimos en el alma como una brisa muy agradable, que nos calienta y nos revigoriza, nos consuela y nos llena de sosiego. Otras veces, nuestro corazón se llena de un aire pesado, diría hasta mortal, y nuestra alma pareciera sumirse en unas densas tinieblas. El primero de esos estados viene del Espíritu de Dios, en tanto que el segundo es cosa del maligno. Tenemos que acostumbrarnos a ambos. En el primer caso, no tenemos que ensoberbecernos; en el segundo, no perdamos la esperanza ni nos desesperemos… acudamos pronto a los brazos de nuestro Dios.
(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, 2005, p. 153)