Palabras de espiritualidad

¿Qué es lo que buscas cuando vas a la iglesia?

    • Foto: Silviu Cluci

      Foto: Silviu Cluci

Cada vez que venimos con fervor a la iglesia, cada vez que participamos en la Liturgia y en las vigilias, ¿qué buscamos? ¡A Cristo!

La mayoría de personas van a la iglesia, van a buscar a Cristo, pero vuelven a casa sin haber obtenido, al menos, algo de fuerza, algún don, como sí lo hizo aquella mujer que sufría de flujo de sangre. Entonces, dicen: “¿Qué encontré en Cristo? ¡Si volví tal como llegué ahí!”. No obstante, con la muerte del pecado sientes una cierta dulzura, un deleite, un gozo. Y entonces no necesitas nada más. Por una parte, Dios te endulza la vida y alegra tu joven alma, que seguirá siendo joven mientras se mantenga ante Él y, por otra parte, tu corazón se regocija y dice: “¡Aquí es donde quiero morar, porque este es el lugar elegido!”.

Si la persona desea estas experiencias tan llenas de santidad, ¿cómo podría no recibirlas? ¿Acaso es posible que Dios no le responda? Por eso es que hace esa asamblea litúrgica. Por eso es que reúne a los ángeles, los arcángeles, los santos y los pecadores en la Liturgia, para que los santos transmitan su santidad a los pecadores, y los pecadores transmitan a los santos su anhelo de la santidad, para que sean santificados “aquellos que hablan” con nosotros.

Todo esto lo encontramos en la iglesia; basta con que calle y desaparezca todo lo demás y que dirijamos nuestra mirada solamente a lo que encontramos en este lugar.

Entonces, ¿qué buscamos aquí? Nada más que la meditación silenciosa que tenemos que hacer en nuestro corazón al entrar en la iglesia. Es necesario pasar por el dolor de la inyección, si quieres que tu cuerpo sane. Es necesario injertar la rama en otro árbol, para que pueda alimentarse con la savia vital. Es necesario injertar el olivo silvestre en el olivo que da frutos, para que también él pueda fructificar (Romanos 11, 17). Esto es lo mismo que tenemos que hacer en la iglesia, donde nos unimos místicamente con Cristo. Hermano, tienes que empezar a meditar esto en tu interior, y todo lo que he mencionado se hará realidad.

En consecuencia, ¿qué se busca aquí? Cada vez que venimos con fervor a la iglesia, cada vez que participamos en la Liturgia y en las vigilias, ¿qué buscamos? ¡A Cristo! Pero, para encontrarlo, tenemos que meditar sobre estas cosas, y Él vendrá solo. Verás que esas rocas que cargabas se desvanecerán y tú resucitarás.

¿Qué buscamos? Un estado universal en la iglesia y un estado interior “instituido por Cristo”.

Lo que experimentamos, lo que sentimos y lo que vemos no es sino un estado creado por Jesús, un estado que solamente Su presencia nos puede asegurar. Un estado que solamente Él puede realizar y sin Él desaparece inmediatamente. Un estado instituido por Jesús, ya que todo lo demás que estaba instituido fue borrado.

Así pues, hermanos míos, en la Iglesia todo ha sido instituido por Jesús.

(Traducido de: Arhimandritul Emilianos Simonopetritul, Despre viață. Cuvânt despre nădejde, Indiktos, Athena, 2005)