¿Qué hacer con las “ideas” que nos vienen cuando oramos?
Esto es lo que tenemos que hacer: seguir orando pacientemente, para impedir que el maligno vea el efecto de esas “ideas” en nuestra mente. Puede que él piense que no nos logró aturdir, aunque, en realidad, hayamos tenido que luchar con un sinnúmero de pensamientos.
Si, al orar, vienen a nuestra mente ideas o soluciones para algunos problemas, ¿qué debemos hacer? ¿Seguir orando, o detenernos para resolver esos asuntos?
—Seguir orando, porque si interrumpes tu oración para realizar esa idea que te vino a la mente, el maligno te seguirá dando “ideas” cada vez que ores. Un día, le pregunté al padre Selafiel: «Padre, ¿cómo es que, una y otra vez, me viene a la cabeza cometer algún desaguisado? A veces, cuando empiezo a hacer algo bueno, algo de provecho, o cuando solamente estoy pensando cómo hacerlo, me viene una idea de esas. ¿Acaso el demonio conoce los pensamientos del hombre?». Y el padre me respondió: «No». «Entonces, ¿cómo sabe que me dispongo a hacer algo útil?». «Solamente a partir de tus actos».
Así las cosas, puede suceder que el demonio me lance una idea, mientras yo estoy orando: «Mira, se te olvidó hacer esto o aquello. Tenías que escribir esa nota que dejaste pendiente, ahora puedes hacerlo». ¿Qué pasa si me levanto, cierro el Salterio y me voy a escribir eso que no he terminado? Que cada vez me seguirá dando más y más ideas, una más genial que la anterior. ¿Entiendes? Eso es lo que tenemos que hacer, seguir orando pacientemente, para impedir que el maligno vea el efecto de esas “ideas” en nuestra mente. Puede que él piense que no nos logró aturdir, aunque, en realidad, hayamos tenido que luchar con un sinnúmero de pensamientos.
Persiste en tu oración, diciendo también: «¡Señor, líbrame de esta tentación!» De igual manera, recuerda que eres un ser mortal y que puedes morir antes de siquiera empezar a materializar esa idea.
Luego, como consejo general, no desperdiciemos las virtudes; en vano haremos todo el bien del mundo, si este nos termina apartando del Señor. No dejemos nuestra oración, o el maligno nos seguirá tentando. Basta con hacerlo una sola vez… ¡y después tendremos que soportar sus tentaciones durante mucho tiempo!
(Traducido de: Ieromonahul Savatie Baștovoi, Puterea duhovnicească a deznădejdii, Editura Reîntregirea, Alba-NIulia, 2014, pp. 28-29)