Palabras de espiritualidad

¿Qué hacer si de la habitación de mi hijo sale una música estridente?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Es muy importante no avergonzarnos al demostrar nuestra fe. Por eso, aunque tu hijo quiera escuchar la música que le apetece, es necesario que lo haga sin perturbar a los demás miemrbos de la familia.

¿Qué podemos hacer si, al orar, de la habitación de nuestra hija/nuestro hijo sale una música que nos aturde?

—En función de las relaciones en cada familia, la esfera de las reacciones de los padres puede ser muy amplia. Si, por distintos motivos, tu hijo creció lejos de la iglesia (si tú mismo encontraste tarde el camino de la Iglesia, y tu hijo creció sin la posibilidad de ser educado como un cristiano ortodoxo, lo que explicaría su actual comportamiento), lo mejor es que te coloques dos trozos de algodón en los oídos para protegerte de esos ruidos desagradables. Lo más importante es que, al orar, no estés enfadado porque todo el tiempo salen estridencias de la habitación contigua; recuerda que, en parte, es también tu responsabilidad que tu hijo escuche esa clase de música, en vez de los cánticos que entonamos en la iglesia.

Si, no obsante, se trata de un adolescente cristiano ortodoxo que atraviesa una etapa difícil, puedes decirle claramente: “Querido hijo, te pido que quites esa música o te pongas un par de audífonos, porque quiero hacer mis oraciones de la noche”. En uua familia que tiene conciencia del cristianismo, las preocupaciones espirituales no deben verse ensombrecidas por el ocio y la diversión.

En este caso, es muy importante no avergonzarnos al demostrar nuestra fe. Por eso, aunque tu hijo quiera escuchar la música que le apetece, es necesario que lo haga sin perturbar a los demás miemrbos de la familia. Pero, insisto, lo más importante en tales situaciones es no perder la paciencia y guardar la compostura.

(Traducido de: Pr. Maxim Kozlov, Familia – ultimul bastion: răspunsuri la întrebări ale tinerilor, traducere din limba rusă de Eugeniu Rogoti, Editura Sophia, București, 2009, pp. 264-265)