Que la mente obre desde el corazón
La mayor parte del tiempo vivimos en nuestra cabeza, y descendemos a nuestro corazón solamente cuando, como resultado de lo que hacemos con la cabeza, se despierta algún sentimiento en nosotros.
La mayor parte del tiempo vivimos en nuestra cabeza, y descendemos a nuestro corazón solamente cuando, como resultado de lo que hacemos con la cabeza, se despierta algún sentimiento en nosotros. Lo normal sería completamente a la inversa: permanecer en el corazón, renunciando por completo a estar solo en la cabeza. Así, cuando aparezca alguna necesidad de la vida espiritual de trabajar con la mente, esta lo hará asentándose en el corazón.
(Traducido de: Arhiepiscopul Antonie de Golânsk și Mihailovsc, Calea rugăciunii lăuntrice, Manualul isihiei, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 68)