¡Que las adversidades nos ayuden a buscar más a Dios!
Las adversidades de la vida hacen de la oración algo más fácil de practicar, en tanto que una vida holgada dificulta la oración.
Las enemistades, los conflictos y los problemas de la vida parecieran, a primera vista, alejarnos de la oración. Pero todas esas cosas afectan únicamente a quien no está fuertemente unido a Dios. Al hombre que, con sinceridad, ama y busca a Dios, esas cosas pueden incluso fortalecerlo para enfrentar las tribulaciones. Ciertamente, las adversidades son como las ráfagas de viento: apagan las llamas débiles y encienden más el fuego que es fuerte.
La frialdad del corazón, la desidia, la indiferencia y todos los placeres pecaminosos y egoístas son los eneigos mortales de la oración. Dicho con otras palabras, las adversidades de la vida hacen de la oración algo más fácil de practicar, en tanto que una vida holgada dificulta la oración. Por esta razón, los Santos Padres nos aconsejan no lamentarnos ante los problemas. Cada uno de ellos nos ha sido enviado por la Providencia Divina, para nuestro bien. Lo que tenemos que hacer, entonces, es utilizar las aflicciones para encender con ellas la llama de la oración en nuestro corazón.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Călăuza rugătorului ortodox, traducere de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2015, pp. 33-34)