Palabras de espiritualidad

La actitud del hombre espiritual ante las tribulaciones de esta vida

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

¿A quién se asemeja el cristiano que soporta los sufrimientos de la vida terrenal, manteniendo una verdadera inspiración espiritual?

¿A quién se asemeja el cristiano que soporta los sufrimientos de la vida terrenal, manteniendo una verdadera inspiración espiritual? A un caminante que contempla el encrespado mar desde la orilla. Las desatadas olas se acercan amenazantes a sus pies, pero, al alcanzar la arena, se descomponen en mil fragmentos. Todos sabemos que el mar, cuando está enfurecido, ruge y genera olas tan altas como montañas; entonces pareciera hervir, de tanta agitación que hay en su interior. Las olas nacen y se engullen unas a otras, y sus crestas parecen coronadas por una espuma blanca como la nieve. Pareciera que al mar le han brotado unas inmensas fauces, con unos dientes no menos terribles.

Pero el silencioso viajero observa impávido el atemorizante espectáculo que tiene lugar ante sus ojos. Su mirada se pierde en el horizonte, ¿pero a dónde están dirigidos su corazón y su mente? Su mente, a las puertas de la muerte, su corazón, al Juicio de Cristo. Es ahí en donde están sus pensamientos y sus sentidos; ahí se centran su preocupación y su sobrecogimiento, que ahuyentan el miedo a las tentaciones de este mundo.

Las olas terminarán amainando y el mar se calmará. Donde antes se alzaban las terribles olas, lo que quedará será el sosiego de las aguas que han salido de un suplicio. Después de aquella agitación, el gigante acuífero se llenará de un silencio profundo. Y en su diáfana superficie volverá a reflejarse el sol del ocaso.

(Traducido de: Sfântul Ignatie BriancianinovCunoaşterea lui Dumnezeu prin mijlocirea firii văzute, Ed. Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 18-19.