El stárets consideraba el amor al prójimo como el factor principal en nuestra andadura espiritual, porque “Aquel que permanece en el amor, permanece también en Dios y Dios permanece en él” (I Juan 4, 16).

“Ante todo”, repetía él, “debemos amar a nuestro prójimo y servirle con sinceridad, no por interés. El amor es la cosa más santa y prodigiosa que existe. A pesar de que ha sido desnaturalizado, debemos hacer que nuestro amor se asemeje al de Cristo, Quien sufrió por nosotros”. Y siempre nos prevenía para no condenar a nuestros semejantes: “Si sentimos el impulso de juzgar y condenar a los otros, digamos: ¡Señor, concédeme ver mis propios pecados y no condenar a mi hermano!”.

(Traducido de: Starețul Nectarie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2010, p. 51)