Cómo se abre la puerta de nuestra salvación
Las lágrimas consuelan, sí, pero no salvan por sí mismas. Junto con las lágrimas, debemos buscar también una liberación, una salvación, un Salvador.
El misterio de nuestra salvación espiritual no se consuma solamente con nuestras lágrimas de arrepentimiento. Las lágrimas consuelan, sí, pero no salvan por sí mismas. Junto con las lágrimas, debemos buscar también una liberación, una salvación, un Salvador.
Un segundo comienzo de tu salvación espiritual tiene lugar en el momento en el que entiendes que tú solo no puedes librarte, y que necesitas de una ayuda exterior. Cuando alcanzas ese estado, puedes divisar en el horizonte la Cruz y la buena nueva celestial, la más maravillosa noticia que se ha escuchado en este mundo: “La sangre de Jesús nos purifica de todo pecado” (I Juan 1, 7).
Con esto se abre otra puerta, la última puerta que lleva al inconmensurable misterio de nuestra salvación: la Cruz y el Sacrificio del Señor.
(Traducido de: Preotul Iosif Trifa, Oglinda inimii omului, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2009, p. 41