El venerable Porfirio dice que sería conveniente evitar pedir, al orar, cosas como “librarnos de la enfermedad o la solución de nuestros problemas”, sino que “antes debemos pedirle a Cristo Su auxilio y la fuerza necesaria para enfrentar las tribulaciones y las pruebas de cada día”. Es normal pedirle a Dios lo que deseamos, pero no olvidemos que esto es, con todo, un gesto egoísta. ¿Acaso sabemos qué quiere Dios?

Y nos explica: “No es bueno insistir en nuestras oraciones con obtener lo que anhelamos. Lo que tendríamos que hacer es dejar todo en manos de Dios. ¿Qué ocurre cuando insistimos y pedimos lo que queremos? Esta necesidad o deseo seguirá creciendo y creciendo, y nunca nos contentaremos con lo que tenemos. Mientras más corremos tras nuestros anhelos, más se alejan estos de nosotros. Si hoy pedimos obtener buenas calificaciones en la facultad, mañana pediremos encontrar un buen trabajo, después querremos un empleo aún mejor, y así sucesivamente...”. Y, sin embargo, ¿qué es lo que tendríamos que pedir en nuestras oraciones?

Dice: “En nuestras oraciones tendríamos que pedir solamente la salvación de nuestra alma y que en nosotros se haga la voluntad de Dios. El secreto es pedir perseverantemente unirte con Cristo, sin decir 'dame esto o aquello'. Deberíamos pedir que en nosotros se haga la voluntad de Dios”. Recordemos que nuestro mayor enemigo es el egoísmo.