Si tu corazón sigue sin arrepentirse, si tu mente sigue siendo orgullosa, si sigues sin creer en la vida eterna, si no te estremece el Juicio futuro, intenta juzgarte a ti mismo. Ese juicio será como un dedicado y amoroso médico, que primero intenta desinflamar la herida con sus lavados y curaciones sencillas, y que cuando observa que la lesión no cede y aún provoca dolores agudos, renuncia a los óleos y demás tratamientos simples, para utilizar el bisturí. Dios usa la misericordia con los que se arrepienten, pero también utiliza el juicio con los testarudos.

(Traducido de: Sf. Vasile cel Mare, Omilii la Psalmi, omilia la Psalmul XXXII, III, în col. PSB, vol. 17, pp. 250-251)