¿Realmente crees en las promesas del mundo?
El mundo tiene la constumbre de atraer a las personas a lo que es meramente exterior, para después sumirlas en la oscuridad e impedirles que vean lo que hay detrás de todo.
“Aquel que anda en la oscuridad, no sabe a dónde va”, dice el Apóstol Juan. Es decir, quien ande en este mundo mentiroso, debe estar muy atento y saber guardar el equilibrio en todo, para no ser condenado al infierno. Porque el mundo tiene la constumbre de atraer a las personas a lo que es meramente exterior, para después sumirlas en la oscuridad e impedirles que vean lo que hay detrás de todo.
Les muestra los placeres carnales, pero no les enseña la impureza y la pestilencia que se ocultan tras ellos. Embelesa al codicioso con la nobleza y el valor del oro, pero no le advierte de los peligros, las preocupaciones y las tribulaciones que conlleva la búsqueda de la riqueza. Induce a los amantes de la vanagloria a que anhelen lugares y puestos de poder, para que puedan tener subordinados, pero no les muestra la responsabilidad que esto implica, como el deber de guiar y aconsejarlos, para que puedan salvarse y no ser castigados en el infierno. Le enseña a los voraces el deleite y la dulzura de los banquetes, pero no les muestra las complicaciones, las enfermedades y otros perjuicios carnales y espirituales de la comida y la bebida.
(Traducido de: Agapie Criteanu, Mântuirea păcătoșilor, Editura Egumenița, 2009, p. 245)