Receta de felicidad para los que quieran ser libres. ¿Te atreves a intentarla?
El cristianismo da paz, serenidad y descanso, pero sin caer en la monotonía, sino invitándote a aventuras a cual más temeraria, a luchas constantes, a acrobacias llenas de emoción. Un altísimo trapecio, sin red.
Es una desgracia que en nuestros tiempos, más que nunca, hasta las personas de buena fe (especialmente) consideren el cristianismo como un vago y timorato cretinismo, bueno para fanáticos, crédulos y alienados.
Esto, en tiempos en los que el cristianismo es ebullición, escándalo, “locura pura”, más atrevido y más exigente que cualquier teoría extremista de “aventura y happening”... ¡De hecho, es el más formidable “happening”!
El cristianismo es dogma, es mística, es moral, es de todo, pero especialmente, una forma de vida, una solución y una receta de felicidad. (...)
El cristianismo da paz, serenidad y descanso, pero sin caer en la monotonía, sino invitándote a aventuras a cual más temeraria, a luchas constantes, a acrobacias llenas de emoción. Un altísimo trapecio, sin red.
No entiendo cómo es que los entusiastas de la aventura y los que persiguen la “felicidad” pasan justo al lado de lo que tanto buscan, sin notarlo. Personalmente, considero el cristianismo como algo mil veces mejor que el ácido lisérgico o la más actualizada versión de libros como “El arte de ser feliz” o “Cómo tener éxito en la vida”, de Dale Carnegie.
Ascetismo: felicidad. Y no sólo en determinados lugares, como el Santo Monte Athos. No. En todas partes. Una receta universal.
(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, pp. 180-181)