Palabras de espiritualidad

Reconociendo la implacable lucha del cristiano

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Yo me dejo vencer por los pensamientos, la gula y el sueño. Por eso es que los Santos Padres dicen que “el sueño en desmesura es el ícono de la muerte”.

Decía el padre Benjamín (Veniamin) Iorga:

—¡Qué gran cosa es la vida monacal! Démosle gracias al Señor y también a nuestra Soberana, por habernos hecho hijos de la luz y de la eternidad. Porque este es nuestro propósito: llegar al Señor. Esto es todo lo que podríamos anhelar en el mundo. ¡Y, hermanos, qué don tan grande es la felicidad eterna!

En otra ocasión, se lamentaba:

—¡Durante cincuenta años he luchado contra mis pensamientos, y siempre he sido vencido por ellos! Por eso, me pregunto: ¿acaso veré el rostro de Cristo? ¿Vendrán unos ángeles buenos a acompañarme cuando muera? ¿Podré ganarme al dulcísimo Cristo? Porque sé que tendré que dar cuentas por cada pensamiento y cada palabra...

Un día, un monje vino y le preguntó:

—Padre Benjamín, ¿cómo se siente usted en su celda?

Y el anciano le respondió:

—¿De qué me sirve tener paz en mi celda, si lo que hay en mi cabeza es agitación? ¡Y es que la lucha contra los pensamientos no cesará mientras sigamos en este cobertizo (el mundo)!

Otra vez, sus discípulos le escucharon decir:

—¡Más excelsa era la choza de San Juan el Calibita, que la mía! Yo me dejo vencer por los pensamientos, la gula y el sueño. Por eso es que los Santos Padres dicen que “el sueño en desmesura es el ícono de la muerte”. Necesitamos de mucha humildad, hijos. ¡Porque si el de adentro no es monje, todo es en vano!

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 669-670)