Palabras de espiritualidad

Renunciar al desenfreno, una reconversión al cristianismo

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El ídolo más terrible, ante el cual todas las personas —sin excepción— nos inclinamos en reverencia, es precisamente nuestro propio cuerpo.

Que alguien renuncie al desenfreno y a seguir cometiendo actos de lascivia, es un acontecimiento tan grande e importante como la mismísima conversión de un pagano. En general, el desenfreno es considerado por la Escritura como la suma de todos los pecados; en el Antiguo Testamento, el desenfreno es entendido incluso como una forma de idolatría (Ezequiel 16, 20; Levítico 17, 7; Levítico 20, 5).

El ídolo más terrible, ante el cual todas las personas —sin excepción— nos inclinamos en reverencia, es precisamente nuestro propio cuerpo (Gálatas 5, 19- 21). Por esta razón, Cristo, al hacer la suma de todos los pecados de la humanidad, nos llama “generación mala y adúltera” (Mateo 16, 4).

(Traducido de: Ierodiacon Savatie Baştovoi, În cãutarea aproapelui pierdut, Editura Marineasa, p. 18)