Palabras de espiritualidad

Sacando partido de nuestras imperfecciones

    • Foto: Nicolae Pintilie

      Foto: Nicolae Pintilie

Translation and adaptation:

Si el iracundo aprende a usar esa fuerza que tiene, para su vida espiritual, será como un rápido automóvil que toma una autopista recta, sin que nadie pueda alcanzarlo. Pero si, al contrario, no es consciente de la fuerza que tiene y no sabe controlarse, será como un vehículo que avanza a gran velocidad en un camino sinuoso, derrapando una y otra vez.

Yo creo que nuestras imperfecciones pueden usarse como fuerzas del alma. Recordemos que Dios no nos da debilidades, sino poderes. Pero cuando no utilizamos esas fuerzas para la realización del bien, viene el demonio y las explota, convirtiéndolas en vicios. Y lo que hacemos nosotros después, es comenzar a quejarnos y a rebelarnos contra Dios... Mientras que, si utilizáramos correctamente esos poderes en contra del mal, podríamos obtener un gran provecho espiritual. La ira, por ejemplo, demuestra que el alma tiene coraje, que es muy útil en la lucha espiritual. El que no es capaz de experimentarla y de sentir valor, no podrá alistarse con facilidad para esta batalla. Si el iracundo aprende a usar esa fuerza que tiene, para su vida espiritual, será como un rápido automóvil que toma una autopista recta, sin que nadie pueda alcanzarlo. Pero si, al contrario, no es consciente de la fuerza que tiene y no sabe controlarse, será como un vehículo que avanza a gran velocidad en un camino sinuoso, derrapando una y otra vez.

El hombre debe conocer las fuerzas que tiene y saber invertirlas para obrar el bien. Así, con la ayuda de Dios, podrá alcanzar un estado espiritual correcto. El egoísmo, por ejemplo, hay que voltearlo en contra del demonio y no dejarnos vencer cuando éste intente persuadirnos. La tendencia a hablar mucho puede ser santificada cultivando la “Oración de Jesús”. ¿Acaso no es mejor hablar con Cristo, y santificarnos, que parlotear y caer en pecado? Notemos, entonces, que el hombre puede hacerse bueno o malo, según el uso que haga de las fuerzas de su alma.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești. Volumul V. Patimi și virtuți, traducere din limba greacă de Ieroschim. Ștefan Nuțescu, Schitul Lacu - Sfântul Munte Athos, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 17-18)

 

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