San Cirilo de Jerusalén nos explica algunos aspectos del paso a la vida eterna
Nuestra boca blasfema, pero también ora. Nuestra mano roba, pero también da al necesitado. Y así sucesivamente.
Todos resucitaremos. Todos tendremos un cuerpo eterno, pero nuestros cuerpos no se parecerán entre sí… El justo recibirá un cuerpo celestial que le permita permanecer con dignidad entre los ángeles. El pecador, por su parte, recibirá un cuerpo eterno capaz de soportar el castigo de sus faltas sin ser consumido por el fuego perpetuo.
En verdad, en este punto Dios se vale de ambas cosas. Porque nada se hace en nosotros sin un cuerpo. Nuestra boca blasfema, pero también ora. Nuestra mano roba, pero también da al necesitado. Y así sucesivamente. Luego, ya que en toda circunstancia el cuerpo ha sido el siervo fiel del alma, en lo demás también compartirá su suerte.
(Traducido de: Sfântul Chiril al Ierusalimului, Catheheses 18, PG 33, 1040B)