San Jacobo Tsalikis, el niño amigo de Santa Parascheva
El pobre se asustó y salió como una exhalación de la iglesia, sin tan siquiera voltear a ver si alguien le seguía...
Todos los niños asistían a la escuela una vez al día, pero Jacobo lo hacía dos veces. La amaba mucho, porque su escuela, desde los primeros años, fue la parroquia Santa Parascheva. Por la tarde, iba y encendía las veladoras en la iglesia, permaneciendo en aquel lugar hasta que anochecía. Oraba como sabía y como podía. Después volvía a casa, dejando atrás el bosque de pinos.
En una ocasión, cuando tenía unos ocho o nueve años, mientras estaba orando en las últimas horas de la tarde, se le apareció Santa Parascheva, vestida como monja, tal como aparece en su ícono.
El pobre se asustó y salió como una exhalación de la iglesia, sin tan siquiera voltear a ver si alguien le seguía, y se echó a correr hasta llegar a casa. Al día siguiente, cuando fue a encender las candelas, otra vez se le apareció Santa Parascheva, y el pequeño se volvió a asustar mucho. Esta vez, sin embargo, cuando Jacobo quiso salir corriendo, la santa se le acercó y le habló con dulzura, hasta tranquilizarlo. Entonces el pequeño se quedó escuchando cómo la santa le explicaba quién era y le pedía que volviera sin miedo a la iglesia. Ahí, la santa le siguió hablando, sentándose a su lado.
Aquella aparición se repitió varias veces más, hasta que el pequeño Jacobo se acostumbró a encontrarse con Santa Parascheva y a conversar afectuosamente con ella.
(Traducido de: Stelian Papadopulos, Fericitul Iacov Ţalikis, Stareţul Mănăstirii Cuviosului David „Bătrânul”, Editura Evanghelismos, București, 2004, pp. 42-43)