Seguir a Cristo es renunciar a una vida placentera
“Cuando quieras acercarte al Señor Dios y servirle, prepara tu alma para las tentaciones”.
Un grave padecimiento de los hombres contemporáneos, incluso de los cristianos, es la falta de voluntad para levantar y cargar con su propia cruz y seguir a nuestro Señor Crucificado. Queremos la bendición de Dios, queremos la paz de Dios, queremos las coronas de la salvación, queremos el Paraíso, honramos a los santos y los mártires, pero rechazamos tajantemente cualquier clase de sufrimiento, no queremos ayunar, despreciamos la templanza, no soportamos las pruebas y las enfermedades, no queremos ni pensar en la muerte de nuestros seres queridos, no sufrimos las injusticias y las ofensas.
El confort y el consumismo influyen enormemente sobre nuestra vida espiritual. Se nos olvida que, como dice San Isaac de Siria, “nadie ha subido a los Cielos entre comodidades”. Lo mismo encontramos en el Sirácides: “¡Hijo! Cuando quieras acercarte al Señor Dios y servirle, prepara tu alma para las tentaciones”.
(Traducido de: Arhimandritul Atanasie Anastasiou, Spovedania. Îndrumar, Editura Sofia, 2004, pp. 115-116)