Si hablas o escribes sobre Dios, ora y pídele al Señor que te ayude y te ilumine la mente, y Él te ayudará y te guiará.  Si tienes alguna duda, haz tres inclinaciones hasta el suelo, y di: “¡Oh, Piadoso Señor, mira la duda que hay en mi alma y el temor que tengo a equivocarme! ¡Ilumina mi entendimiento, Señor!”. Y Él vendrá inmediatamente a iluminar tu mente, porque está siempre cerca de nosotros.

Pero si vacilas, no recibirás lo que pides. Así le dijo el Señor a Pedro: “¿Por qué dudaste, hombre de poca fe?” (Mateo 14, 31), cuando este comenzaba a hundirse entre las olas. De la misma manera, el alma, cuando duda, empieza a hundirse en los malos pensamientos. “¡Señor, concédenos una fe inquebrantable en Ti por el Espíritu Santo!”.

(Traducido de: Sfântul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2001, p. 270)