Ser libres, a pesar de todo
Ser libre en el espíritu consiste en vivir lejos del pecado. Esta es la verdadera libertad en el espíritu: la pureza (de alma).
¿Qué le ayudó más a resistir (en prisión)?
—Todo nos fue de ayuda, especialmente nuestra juventud, nuestro entusiasmo, la oración, el amor a nuestros compañeros, el amor a Dios y las cosas que lográbamos meditar, porque en la cárcel ni tenías tiempo para pensar, era como un molino moviéndose todo el tiempo. A partir de 1948 nos limitaron todavía más, y nos prohibieron terminantemente cualquier libro de oración. Pero ya todos se sabían de memoria las oraciones, incluso la Filocalia, porque en algún momento habían circulado cinco ejemplares entre todos los detenidos. ¡Pero cuánto bien nos hizo aprendernos esos libros de memoria! Era algo extraordinario… talvez nunca tuvieron tanto valor ni tanta importancia en este mundo, como en esos aciagos años en la cárcel.
¿Supo usted de alguien que hubiera preferido escaparse o morir, a quedarse y soportar todo ese calvario?
—En absoluto. De todas formas, la muerte para nosotros era como unas nupcias.
Padre, de lo que usted nos relata, entendemos que los tiempos que tuvo que vivir fueron más una bendición que una condena… Tal parece que la falsa libertad de la que ahora gozamos es peor que aquel estado de persecución. ¿Qué es, de hecho, la verdadera libertad? ¿Qué significa la libertad en el espíritu?
—Vivir lejos del pecado. Esta es la verdadera libertad en el espíritu: la pureza (de alma). La libertad en el espíritu es algo más allá de cualquier institución, sabiendo que también la Iglesia adquiere su pureza por medio de la Gracia de Dios. Porque ¿qué pasará con aquellos que vivan cuando acontezca el fin de los tiempos? Se transformarán en un instante.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Iustin Pârvu, Mănăstirea Petru Vodă, 2011, pp. 91-92)