Palabras de espiritualidad

Ser pacientes en la enfermedad

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“El Señor creó el cuerpo, no la enfermedad. Creó el alma, no el pecado. ¿Qué es lo más útil y necesario de todo? La unión con Cristo y vivir con Él por medio del amor. Si perdemos ese amor, nos apartaremos de Su lado y terminaremos cayendo en distintas enfermedades”.

El cuerpo es el siervo del alma. El alma es el soberano. A menudo, la misericordia de Dios permite que el cuerpo sea “golpeado” por alguna enfermedad. De esta manera, las pasiones del hombre se debilitan y este espabila. Sin embargo, a veces, la misma enfermedad del cuerpo proviene de las pasiones.

Según San Basilio el Grande, si apartamos el pecado, también las enfermedades se irán. “¿De dónde provienen las enfermedades? ¿Y los padecimientos físicos? El Señor creó el cuerpo, no la enfermedad. Creó el alma, no el pecado. ¿Qué es lo más útil y necesario de todo? La unión con Cristo y vivir con Él por medio del amor. Si perdemos ese amor, nos apartaremos de Su lado y terminaremos cayendo en distintas enfermedades”.

Si soportas la enfermedad con gratitud, esta se hará un motivo para que seas coronado.

Un stárets que sufría de ascitis, les decía a los monjes que cuidaban de él: “Padres, oren para que mi alma no se vea asaltada por una enfermedad semejante. En lo que respecta a la enfermedad física, le ruego a Dios que no me sane inmediatamente, porque, aunque nuestro hombre exterior pase, el interior se renueva cada día” (II Corintios 4, 16).

(Traducido de: Un serafim printre oameni – Sfântul Serafim de Sarov, traducere de Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, pp. 338-339)