Palabras de espiritualidad

Si amas a la otra persona, ¿para qué quieres que cambie?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El matrimonio es el único lugar en donde uno más uno es igual a uno. Se trata de una sola persona, un solo ser en dos personas. Pero muchas veces tendemos a querer cambiar a nuestro compañero de vida. Esto significa que no lo amamos, porque, normalmente, si amas a alguien, es precisamente por ser lo que es. Luego, ¿para qué querrías que cambie? ¿Cuál sería la razón? ¿Porque tú eres mejor que él o ella? ¿No es esto egoísmo?

¿Qué sucede cuando un hombre y una mujer forman una familia? ¿Cuál es el fundamento de esa relación entre ellos, el matrimonio? No puede tratarse de otra cosa sino amor y libertad.

Pero muchas veces tendemos a querer cambiar a nuestro compañero de vida. Esto significa que no lo amamos, porque, normalmente, si amas a alguien, es precisamente por ser lo que es. Luego, ¿para qué querrías que cambie? ¿Cuál sería la razón? ¿Porque tú eres mejor que él o ella? ¿No es esto egoísmo?

El matrimonio es el único lugar en donde uno más uno es igual a uno. Tenemos una sola persona, un solo ser en dos personas. Y su modelo es, “Uno en Trinidad y Tres en Uno”.

No hay un fundamento más firme para esta unión, que la libertad y el amor. Y ese lazo es más fuerte si ambos cónyuges se cimentan en la gracia de Dios, haciéndose Su libertad y Su amor, precisamente las mismas virtudes que le son ofrecidas al hombre. Esta es la razón por la cual el matrimonio es un Sacramento.

¿Qué significa libertad? Respetar la identidad del otro. Encontraste una persona. Esa persona es algo completamente distinto a tu propia persona. ¿Cómo respetas y cómo aprecias, entonces, su identidad?

Aún más, ¿en qué medida consideras un don de Dios la identidad de la otra persona, con todas sus virtudes y defectos?

Si realmente amo al otro, quiero que siga siendo diferente, porque sólo así podría amarlo. Pero si lo que deseo es “injertarme” a mi compañero o compañera de vida, si lo que pretendo es que sea como yo, entonces es que no lo amo, sino que quiero subordinar su personalidad a la mía.

Y esto demuestra dos errores. En primer lugar, considerar mi propio yo como el elemento de referencia. Y entonces aparece el otro error: el irrespeto a la identidad del otro. Cuando existe verdadera libertad, existe también amor verdadero. Y esto no lleva al sometimiento del otro, ni a la nivelación entre los dos, sino a su reconocimiento como persona diferente, como ese alguien que elegí por amor, para amarlo.