Sigamos el ejemplo de la humildad de la Madre del Señor
Nadie dice que no ocupemos, como cristianos que somos, lugares importantes en la sociedad, en la cultura o incluso en la conducción de los individuos. Pero lo más importante en nuestra vida deberá ser siempre el servir a Dios y que Él nos lleve a donde quiera que estemos.
La salvación se alcanza por medio de Dios. En vano buscamos realizar cosas extraordinarias. Lo que debemos hacer es abandonarnos en las manos de Dios y Él, obrando como un Santo y sabiendo lo que es bueno para cada uno de nosotros, nos hará destacar, si así lo quiere, y si no lo quiere así, no lo hará, aunque inútilmente ése sea nuestro deseo.
Esto significa seguir el ejemplo de la Madre de Dios, ser humildes, es decir, sin veleidades, especialmente sin veleidades religiosas. Nadie dice que no ocupemos, como cristianos que somos, lugares importantes en la sociedad, en la cultura o incluso en la conducción de los individuos. Pero lo más importante en nuestra vida deberá ser siempre el servir a Dios y que Él nos lleve a donde quiera que estemos. Así lo hizo la Madre del Señor, como conociendo las palabras de San Isaac el Sirio, según las cuales, “la perfección es un abismo de humildad”.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Maica Domnului – Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, 2003, p. 109)