Sobre algunas cualidades del cristianismo
Quien no reconoce el bien que se le ha hecho, comete un gran pecado. Pero más grande es el pecado de aquel que espera que le agradezcan cuando hace el bien.
La elegancia y la discreción del cristianismo. Pruebas de ello:
– Quien no reconoce el bien que se le ha hecho, comete un gran pecado. Pero más grande es el pecado de aquel que espera que le agradezcan cuando hace el bien.
– Quien ayune, también tendría que ungirse el cabello y lavarse la cara.
– Quien quiera orar, que entre en su habitación y cierre la puerta.
– Quien practique la caridad, “que no sepa su mano izquierda lo que hace con la diestra”.
– Quien sea invitado a cenar, que se siente en el extremo inferior de la mesa.
– Que nadie coaccione a su semejante, ni siquiera con tal de hacerle un bien.
– Ni siquiera nuestro Señor entra si no es llamado.
– Quien sirva en lo material, que al menos en eso sea leal (Lucas 16, 11).
(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, p. 332)