Sobre el celo exagerado por las cosas de este mundo
¡Qué envidioso es el ojo humano, que desea dominar el mundo entero y siente celos de quienes poseen todas las bondades terrenales, aunque tenga ya suficentes para sí mismo!
El que concede una importancia exagerada e impropia a las cosas de este mundo, está despreciando a Dios mismo y a su propia alma inmortal, creada por Él para el Cielo, para la eternidad, para la imperecedera contemplación espiritual de Su gloria y la perpetua felicidad.
¡Cuán indigna del alma humana, creada a imagen de Dios, es toda iniquidad terrenal, que la debilita y la ata al mundo y su impureza, para que no pueda llegar a Él, Fuente primordial y Vida Eterna, alejándola fatalmente de su Creador! ¡Qué envidioso es el ojo humano, que desea dominar el mundo entero y siente celos de quienes poseen todas las bondades terrenales, aunque tenga ya suficentes para sí mismo! ¡Qué agravio para su naturaleza espiritual, que debería tender a las bondades espirituales y eternas!
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Despre tulburările lumii de astăzi, Editura Sophia, București, 2011, pp. 80-81)