Sobre la castidad o la pureza de corazón
“Tengo siempre conmigo al Señor, porque está a mi derecha, para que no yerre”.
En primer lugar, debemos limpiar cuidadosamente todo lo que hay en nuestro corazón. Ciertamente, lo que otros desean alcanzar en la pureza del cuerpo, nosotros estamos llamados a dominar, en las partes ocultas de nuestra conciencia. Mientras nuestro espíritu, “armado y cuidando su casa”, siga fortaleciendo lo que hay en el corazón, por medio del temor de Dios, “todas sus cosas estarán seguras” (Lucas 11, 21), es decir, “los frutos de su esfuerzo y las virtudes alcanzadas con el tiempo”.
Si queremos expulsar los deseos carnales de nuestro corazón, debemos reemplazarlos con los placeres espirituales, para que nuestra alma tenga en dónde reposar, alejándose de la futilidad de las alegrías de este mundo. Cuando nuestra mente, por medio del ejercicio diario, alcanza este estado, con la ayuda de la experiencia podrá entender el significado de este versículo: “Tengo siempre conmigo al Señor, porque está a mi derecha, para que no yerre”.
(Traducido de: Sfântul Ioan Casian, Virtutea curăţiei şi a castităţii - biruitoare a patimii desfrânării, Editura Trinitas, Iaşi, 2003, p. 17)